Archivos Mensuales: enero 2023

De ‘jóvenes promesas’ a ‘viejas glorias’ pasando por ‘las estrellas’ de hoy

Justo antes de las fiestas de Navidad, la semana fue pródiga en actos vinculados a la información, con más relación entre ellos de lo que parecería a primera vista. El lunes 19 de diciembre, en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), el departamento de Periodismo organizó una jornada que consistía en que exalumnos del centro explicaban a estudiantes de primero y tercer curso sus experiencias profesionales y las dificultades que habían encontrado y como las habían superado. El día siguiente, el martes 20, en el espacio Calabria 66, en Barcelona, se rendía un homenaje al periodista recientemente fallecido Pep Cabayol quién, a través de la asociación Solidaritat i Comunicació (SICOM) había desarrollado proyectos alertando sobre las principales amenazas a la humanidad, dando voz a personas y colectivos que normalmente no tienen cabida en los medios de comunicación. Finalmente, el miércoles 21, el Grup de Periodistes Ramon Barnils (GPRB), en un acto ya tradicional cada año, celebraba en el Born su gala anual para entregar los premios Ramon Barnils de periodismo. A todos ellos asistí en nombre y representación del Sindicat de Periodistes de Catalunya / Sindicat de Professionals de la Comunicació (SPC), como presidente.

Alguien puede pensar que tienen que ver estos tres actos entre sí. Que en todos ellos se hablaba de periodismo y de las condiciones necesarias para poder dar buena información. En el acto de la UAB escuché con atención como tres jóvenes profesionales, Enric Botella, Sergi Unanue y Mireia Camacho, detallaban los proyectos personales en los que estaban inmersos y como una buena utilización de las redes sociales y de las nuevas tecnologías puede servir para hacer periodismo más allá de los medios tradicionales. En la última de las mesas, Lluís Muñoz, Helena Villar, Lucía Pérez y Àlex Bustos hablaban de su experiencia como corresponsales en el extranjero o tener que ir a trabajar afuera. No haré un resumen de las intervenciones de unos y otros porque ni es el lugar ni se trata de hacer un texto demasiado largo. Lo que más interesaba a los y las alumnas era saber como y por qué de algunas decisiones y consejos sobre como empezar. Alguien preguntó si se tenía que aceptar hacer colaboraciones gratuitas, cosa que los ponentes respondieron que no, que solo para un mismo, pero no para terceros. En mi intervención final pedí que si se encontraban que alguien les proponía trabajar sin pagar lo que tenían que hacer es denunciarlo en el sindicato. Y que el sindicato también tiene espacio para aquellos periodistas que trabajan a partir de proyectos personales –de hecho, entre nuestra afiliación hay personas que trabajan así– porque en el SPC defendemos a todo el mundo que se dedique al periodismo atendiendo cualquier necesidad a problema que pueda tener.

Periodista y activista

Pep Cabayol murió el 8 de agosto pasado a la edad de 70 años, lleno de actividad y enfrascado en proyectos de todo tipo. En Radio 4 (RNE) y también a través de la ONG que presidía, Solidaritat i Comunicació (SICOM), trató aquellas cuestiones que más están haciendo padecer a amplias capas de la sociedad, con más intensidad desde hace unos años: el derecho a la vivienda, los recortes en sanidad, el calentamiento climático, las migraciones… y que tal como se están gestionando desde los poderes, mostrar como están afectando gravemente la salud de las personas y sus derechos esenciales, especialmente las de las clases menos favorecidas. SICOM, con la colaboración de todo tipo de plataformas, mareas y colectivos que trabajan en estos ámbitos prepararon este homenaje donde glosaron la figura de Pep y su activismo en favor de estas causas.

Homenaje Pep Cabayol el 20 de diciembre de 2022 en el espacio Calabria 66. Autor Foto: Pol Rius / Catalunya Plural

Probablemente, alguien pensará que si era activista no podía ser buen periodista. Probablemente, algunos de los que piensen esto sean a su vez firmes activistas de causas muy innobles que no han salido del armario, pero que se los ve el plumero. El activismo periodístico de Pep ha consistido en dar voz a mucha gente que no tenía, que explicara sus problemas personales y como esto era resultado de dinámicas sociales que había que transformar. La estima que le mostraron el centenar de personas que asistieron –según la crónica de Catalunya Plural, un medio dondel publicaba últimamente sus artículos, especialmente sobre cambio climático– es fiel reflejo de esta situación. El periodismo es un oficio de compromiso con la sociedad en el que los y las profesionales que se dedican a el tienen el deber de garantizar el derecho de la ciudadanía a recibir una información de calidad, elaborada con rigor, contrastada. Y esto, Cabayol lo hacía.

Pep no creía en aquello de dar las dos versiones en cuestiones como el calentamiento climático, donde la realidad científica de la situación tiene que permitir silenciar los negacionistas. Afirmaba que no se podía decir que unos decían que llovía y otros que no, que lo que tiene que hacer un buen periodista es sacar la cabeza por la ventana y decir si llueve o no. Y Pep siempre sacó la cabeza por la ventana. Con el sindicato colaboramos varias veces, la última con motivo de una jornada que organizamos sobre la calidad de la información que se da sobre una cuestión tan importante como la alimentación y los intereses que hay detrás.

Las pequeñas historias que hacen grande el periodismo

En la octava edición de los Premios de periodismo del Grup Barnils, la entidad concedió dos galardones, uno en la categoría de ámbito local y comarcal y el otro en la categoría de medios de ámbito nacional. El primero fue para los periodistas Júlia Albacar, Andreu Prunera y David Barreda por el documental La llibreta del doctor Gras, El segundo para la periodista Nuria Orriols por haber revelado el caso de licencias por edad en el Parlament, publicado en enero del año pasado en el diario Ara. Los dos son trabajos periodísticamente relevantes, pero me interesa referirme al del ámbito local, probablemente porque una parte de mi carrera profesional ha sido en medios de esta naturaleza. Los tres autores destacaron en sus intervenciones las condiciones con las que a menudo trabajan los periodistas en los territorios alejados de las grandes ciudades.

Júlia Albacar, Andreu Prunera y Pep Barreda, recogiendo su premio en la gala del Grup Barnils. Autora foto: Raquel Pérez – Grup Barnils.


Por ejemplo, dificultades laborales, como que sea tan difícil hacer contratos de trabajo a personas que informan desde lugares o que informan para lugares lejos de Barcelona. O que no se les pague un salario equivalente al que cobran compañeros y compañeras en otros sitios. La cuestión de las jornadas excesivas ya parece una cuestión más universal, o al menos de la parte del Universo que tenemos más próxima. Una prueba que las grandes historias no son un reducto de grandes medios ubicados en grandes ciudades, sino que en todas partes pasan cosas que son de gran importancia para un considerable número de personas. Ahora que de aquí a pocos meses hay elecciones municipales sería un buen momento porque quienes aspiran a gobernar villas y ciudades se den cuenta de la importancia que por todas partes hay que la ciudadanía reciba una buena información.

Albacar, Prunera y Barreda también han tenido dificultades para acceder a la información. Cierto que el documental que les ha merecido el premio recibido es ambicioso, y obtener datos y testigos no era fácil, pero quien debería colaborar –que no ayudar, que también– no lo hace de manera adecuada. De estos problemas también habla Nuria Orriols, que en el Parlament no le posaron precisamente las alfombras rojas para que investigara el asunto ni la Cámara catalana fue todo lo transparente que la ley le obliga a la hora de facilitar información que le implica, como las cifras de los funcionarios próximos a la jubilación que cobraban el sueldo sin pegar ni golpe.

Valga todo ello para ver que el periodismo está vivo porque cada día hay compañeros y compañeras que se esfuerzan, trabajan y se afanan para que así sea. A pesar de algunas voces apocalípticas –que ciertamente tienen razón en la mayoría de sus advertencias y críticas– hay muchas personas que trabajan(mos) para que se pueda hacer el periodismo más digno posible. Pero eso nadie lo logrará solo. He contado tres experiencias, tres en las que el SPC participó en todas, como tiene que ser; pero el 2023 debería ser un año de unidad de acción de todo el periodismo organizado para intentar garantizar mejor a la ciudadanía su derecho humano esencial que es el derecho a la información.